El pasado domingo 2 de junio un grupo de aventureros del ITSQMET, se encaminaron a visitar el Refugio Ruales Oleas Berge sitio ubicado dentro del Volcán Cayambe parte de la Parque Nacional Cayambe – Coca en la provincia de Pichincha. Localizado a una altura de 4600 msnm en las estribaciones del volcán, este ofrece un lugar apacible donde la montaña se muestra en todo su esplendor, invitando a una desafiante experiencia de convivencia, aventura y sano esparcimiento con los compañeros excursionistas.
Desde las 6:40 de la mañana el transporte se encaminaba partiendo de nuestra sede Sur ubicada en Chillogallo, llegando al campus matriz en el sector de la Tola Baja y completar el equipo que en número llegaban a los 23, más otros 3 que venían en su propio transporte, de diferentes edades, géneros, provincias, pero con iguales ganas de explorar. Avanzando por la Panamericana, los participantes nos contaban algo de su historia personal y las expectativas que tenían de ese día. La mañana lucía brillante y desde lejos se lograba divisar la belleza del volcán.
En la población de Cayambe una parada técnica para comprar las provisiones que son siempre necesarias luego avanzando por el camino que conduce al refugio nuestra próxima parada fue la guardianía donde los funcionarios del parque nacional nos dieron una inducción acerca del volcán, sus pormenores, sus lugares a los que se puede acceder dependiendo de el nivel físico que se tenga, el tipo de actividades recomendadas y demás información pertinente.
Aquí cabe recalcar que no dejaron que nuestro transporte avance hasta el lugar que se había tenido planeado y solo al lugar donde termina el adoquinado (obra reciente) para luego sugerirnos, muy cordialmente, que rentáramos camionetas que nos conducirían en grupos de 4 personas al refugio a un costo de 5 dólares por camioneta. Esto no dejó que la ruta pensada para caminar desde el sector de la virgen hacia el refugio pueda realizarse debido que todos optaron por usar ese transporte incluso algunos que si quisieron caminar al poco tiempo jalaron dedo a las camionetas que subían.
Llegando con esta movilización improvisada por las circunstancias nos reencontramos todos en el refugio Ruales Oleas Berge, donde algunos ya sentían los problemas que ocasionaba la altura. La siguiente propuesta era llegar a la Laguna Verde o Laguna del Glaciar, una caminata que ya tenía un nivel un poco más alto y algo de experiencia de ascensión en montaña, se apuntaron 18 personas, todas se equiparon abrigándose lo mejor posible porque en las afueras el viento soplaba fuertemente y el frío ya se sentía. Con esfuerzo confianza en sí mismo y ahínco uno por uno fueron llegando a la laguna, sitio de impresionante belleza, con unas aguas transparentes color turquesa que seguramente provienen del descongelamiento de los glaciares del Cayambe, cabe mencionar que en el recorrido se divisaba la belleza del volcán y sus nieves perpetuas.
El regreso por el arenal al refugio fue un poco más sencillo, pero tenía su grado de complejidad. Nuevamente en el refugio la camaradería hizo inolvidable el momento y ya sin recelos los excursionistas intercambiaban experiencias. Al poco tiempo era el momento de regresar, había una cola de gente que esperaba por camionetas para facilitar la bajada, algunos optaron por caminar, pero nuevamente al poco tiempo jalaban dedo para sortear más rápidamente la ruta. Los que optaron por camioneta nuevamente tuvieron que pagar el costo. Estos valores extras por transporte no estaban contemplados y causaron malestar en los excursionistas, incluso el hecho de que se nos haya obligado a hacer uso de ellos es algo que ocasionó molestia. Este es un hecho del cual debemos quejarnos a los funcionarios del Parque Nacional por no tener las reglas claras para los turistas.
Ya en el transporte, en los tiempos adecuados, comenzamos a bajar y nos dirigimos a los famosos bizcochos de Cayambe donde hicimos una parada técnica para adquirirlos y llevar a cada uno de los hogares.
Increíble jornada que se disfrutó a plenitud, un estupendo clima con mucho para observar, el grupo realmente amigable con miles de sonrisas en un sitio simplemente sinigual e inolvidable. Algo fatigados regresábamos a los puntos de encuentro con singulares historias para narrar y el placer que brinda reconectarse con la naturaleza.
